El malagueño residente en Barcelona Jorge Peña presenta el martes en la competición de Documentales Escocia, una distanciada pero emocionante película sobre la lucha contra el cáncer de una mujer, Montserrat Palacios, a lo largo de casi tres años.
¿Cómo contactó con Montserrat Palacios y decidió documentar su historia para su película?
Inicié este proyecto por el miedo a perder a mi padre cuando se encontraba aquejado con una grave enfermedad renal. No sabía enfrentar su sufrimiento, o su muerte, en el caso que ésta sucediera. Al contrario de otras cultura, en occidente la muerte se deja de lado, es un tabú, y es preferible no tener contacto o relación directa con ella. Así, casi a modo de terapia experiencial, me puse a buscar a una persona con una grave enfermedad y un diagnostico de tiempo definido. Quería documentar cómo una persona vivía en primera persona esta situación, sus miedos, sus sueños o su rutina. Me puse en contacto con varias agrupaciones de ayuda a enfermos, y una de ellas me llevó hasta Montse.
¿Se mostró desde el primer momento abierta a mostrar su vida ante la cámara?
En esta película he trabajado más sin cámara que con cámara. Al principio tanto Montse como yo necesitábamos sentirnos cómodos, conocernos, alejarnos por un momento de que íbamos registrar momentos de un proceso. Mi relación con ella ha sido, y sigue siendo, de mucha sinceridad y respeto. También para que ella no se sintiera invadida, y que ha funcionado como principal dispositivo de la película, le di una cámara para que ella se grabara cuando quisiera. Al principio le costó, y sus grabaciones se centraban en su día a día, pero después la cámara actúo de vehículo con el que desahogarse. En las escenas observacionales, la cámara y el equipo siempre ha tenido una vocación de invisibilidad; de hecho es algo que se destila en el metraje.
Tres años de filmación, un asunto duro como la enfermedad… ¿Ha llegado usted a pasarlo mal durante el rodaje?
Ha habido instantes difíciles, momentos en los que tienes que mirar como director, momentos en los que sabes que tienes que tomar distancia porque te estás involucrando mucho, aunque es inevitable cuando estás haciendo algo así, más aún con una relación de tú a tú como la que hemos tenido Montse y yo. Aunque no creo que sea muy diferente que la relación que tiene un médico con un paciente, de un abogado con su defendido, o de un cooperante en una situación de riesgo.
Escocia no es nada lacrimógena…
Al principio, quería hacer una película sobre la muerte pero todo cambió: a mi padre le transplantaron un riñón, y Montse pasó a un estado crónico. Todo esto me llevó a hablar de cómo una persona redescubre la vida en un momento difícil, como el que se encuentra Montse. Y saqué todo lo que pudiera haber de amarillo, todo lo que pudiera subrayar o lo que lo pudiera hacer que la película perdiera el respeto y el equilibrio.